En el escenario político de Yucatán, un nombre emerge como un símbolo de influencia silenciosa: Rogerio Castro. En el evento de precampaña de Joaquín Díaz Mena, "Huacho", su presencia fue elocuentemente agradecida por el propio candidato y la coordinadora nacional de los Comités en Defensa de la Cuarta Transformación, Claudia Sheinbaum Pardo.
Este gesto no pasó desapercibido, ya que Rogerio Castro, aunque no ocupaba un lugar en el presídium, fue reconocido como un pilar fundamental en la política local. Hace seis años, su generosidad al ceder su lugar a Díaz Mena marcó el inicio de una amistad política que hoy resuena con fuerza.
Sheinbaum, al agradecer su asistencia, subrayó la importancia de Castro en la política yucateca y, sorprendentemente, a nivel nacional. En un evento lleno de nombres que aspiran a la misma posición, las palabras sencillas pero significativas resaltan a Rogerio Castro como una figura única y trascendental.
Este reconocimiento no es casualidad; Rogerio Castro es conocido por su amplia trayectoria de lucha, siendo uno de los fundadores del Morena en Yucatán al lado de Andrés Manuel López Obrador. Su amistad personal y respeto profesional con el presidente se evidenció cuando, después de la diputación federal, fue designado por López Obrador para desempeñarse en el Infonavit, destacando su compromiso con la Transformación.
Rogerio Castro no solo es un nombre mencionado en agradecimientos, sino una fuerza silenciosa que ha dejado una marca indeleble en la política yucateca y que, según las señales, podría tener un papel clave a nivel nacional. Su historia es un recordatorio de que, a veces, la influencia más poderosa se ejerce desde la discreción.
